”. “Para intentar percibir el contraste, el EXPRESSO se dedicó a un largo ejercicio que, más allá de confirmar lo obvio:- elevadísimo número de faltas por partido, 40 de media, según las estadísticas de la competición-, se puede conjeturar que no son sólo los árbitros los responsables de la interrupción, casi «non stop», característica de la mayoría de los partidos”. Para mí, la agresividad más importante de un partido, es la agresividad ofensiva. Hay equipos que son tildados como agresivos, cuando la agresividad no es eso. Es esa agresividad interpretada con sentido negativo la que conduce a menos tiempo de juego, a un mayor número de faltas, a menor número de situaciones de gol, a más conflicto, más problemas para los árbitros, más tarjetas”. Y decimos gestión colectiva porque, si es verdad que algunos jugadores, por las posiciones que ocupan, pueden desempeñar funciones importantes a este nivel, también lo es que ésta tiene siempre que ser una cuestión colectiva. Por otro lado, si en ataque tuviésemos jugadores tipo Derlei, Postiga o Cándido Costa, que son mucho más rápidos, es mejor no presionar tan adelante creando un poco de espacio para la aceleración de esos jugadores, dejando subir un poco más a la defensa contraria”.
Grave es también la cultura de complacencia instalada entre los árbitros con ese tipo de juego. Lo habitual en este tipo de partidos. Por este camino no vamos lejos, que se desengañe quien piense lo contrario. Si con una «defensa hombre a hombre» o «individual» nos parece difícil concretar con eficacia este conjunto de intenciones, con una «defensa en zona» nos parece claramente posible.. Por ello, considerar como prioritaria la «referencia» adversario directo (como sucede en la «defensa hombre a hombre»), resultaría un «patrón» defensivo totalmente diferente de otro en el que se considere como central cerrar determinados espacios, en función del balón, sin que se deje de «señalar» a los jugadores adversarios que ahí se encuentran («defensa en zona»). Ancelotti dejó al mallorquín en el banquillo (pese a que en el partido de ida había sido implacable con su pasado) y pasó de perfil hasta que le tocó calentar, a la vuelta del descanso, y entrar poco después para sustituir a Rodrygo. Se trata de asegurar la permanente gestión colectiva del espacio y del tiempo en el partido. Existen, eso sí, espacios en la periferia,pero éstos, casi siempre, ni siquiera llegan a ser aprovechados por no haber tiempo y espacio de ejecución.
El mismo autor subraya que debe ser una preocupación nuestra “no perder la ocupación racional del terreno de juego”, “estar en condiciones de atacar y defender en cualquier instante” y “ocupar los espacios vitales del campo”. Son “acciones que se dirigen al dominio de las situaciones de transición ataque-defensa”. También se tiene que tener en cuenta las características de los jugadores. Efectivamente, es común, incluso estando con la posesión, que veamos a jugadores preocupados por el «marcaje» de adversarios, sin atender mínimamente a la cuestión de la ocupación racional de los espacios. Esto puede implicar que esos jugadores no estén «controlando» espacios vitales y, como hemos visto, los espacios parecen ser mucho más importantes que los adversarios. Un ajustado dinamismo «zonal» viabiliza, al equipo, la obtención y el mantenimiento de superioridad posicional, temporal y numérica en los espacios vitales de juego. Teniendo en cuenta que el fútbol es una alternancia permanente entre el «tener la pelota» y el «no tenerla», hay mucho que pensar para conseguir una idea de juego coherente, que favorezca realmente esa intención atacante.
Un equipo que tiene el balón, puede ser agresivo. Menotti (s.d.) expone que, por más que un equipo quiera ser ofensivo, no le puede faltar el equilibrio entre la defensa y el ataque y que ese equilibrio pasa por conseguir pasar del ataque para la defensa con mucha rapidez. Garganta nos dice que “a partir del momento en que un equipo pasa a subordinar su despliegue a la acción del adversario, no siendo él quien dicta el sentido del juego, ¡ Así, si es verdad que, como dice Tadeia (2003a), cuantas menos veces perdamos la pelota, menos tendremos que trabajar para recuperarla, también lo es que si nos organizamos, cuando la tenemos, para el momento de la pérdida, esto nos permitiría responder más rápida y eficazmente. Y si hacemos aquello que queremos cuando estamos a defender, tenemos después muchas más posibilidades de hacer lo que pretendemos en términos ofensivos. Como destaca Lillo (2003), es posible delinear la «organización defensiva» en términos especiales pensando también en cómo se va a atacar.
Si tiene alguna pregunta sobre dónde y cómo utilizar camisetas de futbol baratas , puede llamarnos a nuestro propio sitio de Internet.